OTORONGO |
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Es interesante notar que entre la costa y la selva hay marcadas diferencias y que es precisamente en esta última donde el Jaguar se encuentra con mayor facilidad.
¿Por qué entonces esta aparente confusión de palabras similares pero no iguales?
Posiblemente porque en la costa se nomina al animal (ZOO), en cambio en la selva se nombra un poder, una Sacralidad.
Por ello convenimos en que Uturunku NO es Otorongo:
Uno es un animal de la selva de costumbre principalmente nocturnas, el segundo es un ser que vive en el mundo de los poderes de la naturaleza (númen). Es un maestro que entra en contacto con los hombres, una criatura fantástica que siempre esta cambiando de formas y que incluye otros seres en esta combinación.
Chavines, Chimúes, Moches, Quechuas y otras culturas nos presentaron a este gran felino que como un camaleón cósmico es capaz de tomar diferentes formas, de fauces dentadas y abiertas.
Quizá es Chan Chan (la ciudad de barro), la que nos presenta o introduce al Otorongo en sus frisos y altorrelieves.
Muchos autores ven en esta costumbre una representación del Sol, como el caso particular del sol de la mañana o Punchao.
Interesante es pensar que ya en Chavín de Huántar la representación de Jaguar y su antopomorfización aparecen asociados al cactus de San pedro (Trichocereus Pachanoi).
Esta asociación con felino sacral perduró en su viaje hacia el sur, hasta alcanzar un apogeo quizá en la cultura Aguada (en lo que hoy es Argentina).
Sobran pruebas arqueológicas de la estrecha relación entre esta figura emblemática y las experiencias con Plantas Sagradas, ya sean el consabido San pedro, la Wachuma, o -como en el caso de la cultura Aguada- el Cebil.
Por otro lado en la selva peruano-amazónica algunas etnías así como Ayahuaskeros mestizos conservan Icaros (cantos tradicionales que acompañan la velada de Ayahuaska) cuya datación se pierde largamente en el tiempo, donde aparece la palabra Otorongo en reiteradas oportunidades.
Si bien es la gran Anaconda el tótem animal por excelencia del Ayahuaska, el Jaguar también participa de su iconografía visionaria.
El Otorongo es entonces lo que para nosotros representa esta sacralidad, que tiene un representante concreto en el mundo de los hombres: el jaguar.
A la manera del Dragón chino, es sin dudas un ser mitológico.
El jaguar como divinidad en el arte prehispánico
Obsesión por el felino en la cultura de la Aguada
La presencia del felino en las culturas prehispánicas es evidente y la encontramos en la mayoría de las manifestaciones culturales como: tejidos, cerámicas, trabajos en metal, y líticos. Así como también la encontramos en la continuidad cultural de muchos pueblos y comunidades.
En el aspecto religioso el felino jugó un papel importantísimo. Es indiscutible que no se trata de simples formas decorativas. Ellas debieron tener un valor simbólico y religioso definido. La figura felínica constituye para las culturas andinas una verdadera 'obsesión felínica''.
El felino o sus atributos se asocian a imágenes humanas, a veces de guerreros. Es muy probable que el culto felínico estuviese íntimamente asociado o en relación con las prácticas bélicas.
En algunos casos el felino completamente desnaturalizado, adopta una forma casi ofídica y se lo reconoce solo por las garras y las manchas características.
Las variaciones que presenta la figura felínica esencial se relacionan a las diversas características culturales regionales y los modos de representar o expresar ideas y cambios sutiles en el transcurso del tiempo.
Es importante preguntarnos por que ciertos animales o plantas fueron seleccionados como motivos esenciales de diseño en el arte precolombino. ¿Por qué es que carnívoros como los felinos, el águila, la serpiente, el cocodrilo son temas opuestos a los herbívoros? ¿Por qué ciertas partes del cuerpo como la cabeza, el hocico, los incisos y las garras aparecen tan temprano y con tanta frecuencia en el arte andino? ¿Qué significación cognoscitiva esencial tienen estas partes del cuerpo en la mente del hombre?
Es de interés notar que este proceso de selección esta representado con mayor intensidad en las culturas formativas (arcaicas) regionales a lo largo de los Andes y áreas periféricas. Nos referimos con esto a culturas regionales de Valdivia, Machalil ia, v Chorera en Ecuador, Chavín en Perú, San Agustín en Colombia, Chiripa en Bolivia, San Pedro de Atacama I y II en Chile, Aguada, Ciénaga y Condorhuasi en Argentina. Quizás de mayor interés todavía es que ese proceso tuvo lugar en contextos socioculturales específicos, sea este el medio ambiente de la selva tropical o el área andina que había tenido contacto con grupos selváticos tropicales.
Para intentar interpretar el símbolo del jaguar es importante, no solo dar paso a la estructura de la relación de un grupo con su medio ambiente natural, sino que es necesario poner énfasis en el aparente conocimiento que este tenia de la conducta animal y cómo y con qué propósito utilizó el hombre este conocimiento.
¿Qué le ocurrió al conocimiento de la conducta animal acumulado por milenios por el hombre cuando la organización social, económica, espacial de esta sufrió el cambio del cazador a campesino sedentario?
¿Cómo pudo haberse transferido o utilizado este conocimiento en la subsecuente fase horticultor o agricultor? ¿Qué ocurrió con la "proyección cognoscitiva" que el tenia cuando pasó del estado de los movimientos temporales recurrentes en los campos del cazador-recolector a la preocupación por (1) un incremento en número y densidad de población humana en un línea determinada; (2) los derechos de acceso a los recursos mas restringidos; (3) los exclusivos derechos de la tierra; (4) la necesidad de permanecer sedentario para proteger las inversiones de tiempo y (5) un esfuerzo en los terrenos cultivados?
A lo que estamos haciendo referencia aquí es al hecho de que hemos estado tan obnubilados tratando las formas animales como fuentes potenciales de recursos económicos y hemos descuidado considerar la idea de que estos animales pueden haber sido elementos didácticos de la observación para el hombre, con el propósito de relacionar, organizar y simbolizar sus propias experiencias sociales
El hombre imitó o mimetizó ciertas características de la conducta espacial y social de este animal tal como pudo haber imitado o tomado en préstamo ciertos rasgos culturales de otros grupos sociales humanos para dispersarse mejor en su exploración de recursos regionales y en sus relaciones socio-políticas y económicas en otros grupos humanos.
Por ejemplo, entre los animales la posesión del espacio y la manutención de la prevención de una invasión de otros se combinan en iniciativa y ascendencia. Así, la orientación requiere la posición de los individuos y estabiliza el establecimiento de territorios. Un gran numero de estudios demuestra que el comportamiento territorial es fundamental para establecer relaciones y para mantener la estabilidad del grupo, tanto interna como externamente.
Las acciones sucesivas de agresión, miedo, búsqueda de protección y agresión renovada pueden leerse claramente en los movimientos expresivos, sobre todo en las diferentes posiciones del cuerpo y de los músculos faciales del hocico Ej: posición perfil facial asociada a subordinación y retirada) Así las representaciones felínicas en los periodos formativos fueron probablemente un mecanismo para proporcionar una continua corriente de información para activar y mantener un sistema de orden espacial y de dispersión entre grupos de asentamientos.
Otro aspecto a considerar es la intrínseca relación de las representaciones felínicas con la persona del "chamán", quien manifestaba una gran parte del conocimiento sobre la conducta del jaguar a través del uso de alucinógenos y visiones. Parece haber sido el chamán quien mantenía continuos contactos con grupos selváticos recibiendo enseñanzas de cómo manejar el conocimiento recibido a través de averiguaciones por medio de visiones o viajes periódicos a la selva.
Fundamentalmente lo que implicamos aquí es el símbolo del jaguar y el continuo mantenimiento del conocimiento sobre este animal por medio de contactos selváticos y el uso de alucinógenos fue posiblemente un mecanismo para reactivar y modificar el ordenamiento de la organización social espacial.
En las provincias de Salta, Catamarca y La Rioja, el jaguar es conocido en la creencia popular de los lugareños como el tigre-uturuncu.
El pueblo cree que muchos de los tigres (uturuncos) son hombres transformados, y para ellos tienen algo de non sancto quienes los cazan.
Cuenta el Inca Garcilaso que el culto del felino fue anterior a los Incas quienes "se dejaban matar" por el tigre cuando lo encontraban y en general no lo cazaban.
Ambrosetti, quien ha escrito acerca de la leyenda del "indio Tigre" en la región guaraní, dice que se repiten las mismas creencias sobre la metamorfosis de los hombres felinos. Es común en esa región oír hablar de los Yaguaretés-Avás, creyéndose que son indios viejos bautizados que de noche se vuelven tigres a fin de comer gente. La transformación de hombre en tigre, según cuentan lugareños de Catamarca y la zona Calchaquí, se obtiene revolcándose sobre su cuero, con ciertas ceremonias, invocando al felino; también untándose con grasa del felino.
Venerado por su poder, en la cultura conocida como Aguada se evidenció la obsesión por el felino en numerosos objetos de uso ritual, como cerámica, discos y hachas de bronce, telas, tallas de piedra y madera, morteros, tabletas para cebil y pipas.
En cierto sentido intentamos demostrar que los artistas prehispánicos tenían un profundo conocimiento de la conducta del jaguar y expresaron y relacionaron simbólicamente la experiencia de los animales con la suya propia.
Bibliografía:
Representaciones diversas del otorongo
Arte prehispánico en el NOA - noroeste argentino
Arte prehispánico en Perú
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